La Geoingeniería, es definida como la manipulación deliberada del clima con el supuesto fin de contrarrestar el calentamiento global causado por la acción del hombre. El informe “Cambio Climático 2001 (16 de febrero)” del Comité Intergubernamental sobre Cambio Climático, (IPCC) confirma “ la posibilidad de ingenierizar el sistema climático de la tierra a través de la manipulación a gran escala del equilibrio energético de la superficie terrestre.
En marzo de 2001 el Presidente Bush retiró el apoyo de USA al protocolo de Kioto sobre la base de que no había pruebas fehacientes del calentamiento global. Sin embargo, en septiembre del mismo año, organizó un encuentro en la Casa Blanca sobre “Opciones de respuesta a un rápido o severo cambio climático”.
Este hecho fue publicado por la revista “Popular Science” que critica la doble moral, ya que; “mientras oficialmente se insiste en que no existen pruebas firmes de que el planeta se esté calentando, se estaban explorando en secreto, formas potenciales de bajar la temperatura”. En otras palabras Bush tenía otros planes distintos de los de Kioto.
El físico y economista David Keith, que estuvo presente en este encuentro dijo ‘si esto se hubiera transmitido en directo en Europa, la gente se habría echado a la calle.’ Las principales técnicas de geoingeniería propuestas se engloban en dos áreas: la captura y el soterramiento de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero); y la gestión de la radiación solar mediante la reflección de la luz solar desde la tierra con espejos espaciales gigantes que cubriesen radios de 1millón de kilómetros cuadrados.
Dicha reflección se lograría realzando nubes mediante aerosoles dieléctricos. Teller y Al (1997) descubrió que la masa requerida de un sistema basado en partículas de aluminio sería similar al de aerosoles de ácido sulfúrico. Y que el uso de dispersores metálicos o de resonantes ópticos, puede, en principio, reducir bastante la masa total. El coste es relativamente bajo y el plazo corto, pero se plantean efectos adversos, como la destrucción del ozono estratosférico (la capa de ozono).
No obstante, los esquemas de geoingeniería al buscar mitigar el efecto de la combustión de origen fósil en el clima, sin limitar su uso, podría hacer que bajasen las temperaturas pero no limpiaría la atmósfera de los gases de efecto invernadero y, por tanto, no evitaría sus efectos secundarios. John Shepherd, coordinador del Estudio ‘Geoingeniería del clima: ciencia, gobernanza e incertidumbre, 2009’: de la Royal Society, U.K., afirma que «algunas técnicas de geoingeniería propuestas pueden tener efectos perjudiciales e inesperados en las personas y en los ecosistemas.
La geoingeniería y sus consecuencias son el precio que quizás tengamos que pagar por no actuar ahora sobre el cambio climático», ha comentado John Shepherd, coordinador del estudio. Lo más increíble es que estas medidas estén trascendiendo a la sociedad en forma de propuestas para una hipotética aplicación, cuando es obvio que se están realizando a gran escala y fuera del marco del derecho internacional. Por ello y ante la absoluto oscurantismo de estos programas de modificación climática cabe preguntarse donde está la diferencia entre la amortiguación del calentamiento y la utilización del clima como arma.
A este respecto, Matt Anderson, ex consejero ejecutivo, en el ámbito aeroespacial y defensa, en la empresa Booz Allen Hamilton, Chicago, son más explícitos. En el informe publicado el 6 de febrero de 2012 en periódico británico, The Guardian, se dice que “pocos en la sociedad civil entienden que la geoingeniería es ante todo una ciencia militar y que no tiene nada que ver con atenuar la temperatura del planeta o disminuir la emisión de carbono. Puede parecer una ficción pero el clima se ha “armamentizado”.
Al menos cuatro países – USA, Rusia, Israel y China – tienen la tecnología y organización para alterar regularmente el clima, y actividades geológicas para diferentes operaciones militares y operaciones ocultas, relacionadas con objetivos secundarios, incluida la gestión de recursos demográficos, energéticos y agrícolas. La guerra incluye ahora la capacidad tecnológica para inducir, aumentar o generar sucesos ciclónicos, terremotos, sequías, inundaciones, incluido el uso de aerosoles polimerizados, agentes virales, y partículas radiactivas transportadas a través de los sistemas globales climáticos.
Desgraciadamente, algunos temas de debate público, incluido el calentamiento global, se han sumado a objetivos más amplios comerciales y militares que nada tienen que ver con las grandes preocupaciones del público sobre medio ambiente. Estas incluyen el calentamiento global de las regiones polares para facilitar la circulación naval y la extracción de recursos. Más información
